Harvey Lavan Cliburn Jr es el nombre completo del pianista estadounidense conocido como Van Cliburn. Van Cliburn es recordado por su -quién sabe si involutario- papel en la diplomacia cultural de la guerra fría entre EE UU y la extinta URSS, con dos momentos estelares de los que es fácil encontrar noticia en internet. En tiempos más recientes, su nombre se asocia a una competición pianística de cierto prestigio, promovida por la fundación que lleva su nombre.
Existe un tercer y desfortunado motivo por el que el intérprete residente en Forth Worth (Tejas) se ha encontrado, esta vez parece que sí contra su deseo, bajo los focos mediáticos: en 1996, su pareja, Thomas Zaremba, le exigió legalmente una pensión alimenticia tras la ruptura de 17 años de relación. Zaremba, al que la ley tejana parecía no dar cobertura en su petición, no tuvo otra ocurrencia para reforzar su caso que alegar que además Van Cliburn lo había expuesto al VIH. El caso fue desestimado en primera instancia y en apelación.
Pero el pianista que me interesa en esta historia no es en realidad Van Cliburn, sino Clark Griffith. Griffith es un pianista aficionado que en 2007 se convirtió en el primer participante abiertamente seropositivo de la sección amateur del concurso de piano Van Cliburn. Como explica su primo Perry Flippin, después de casi matarlo el VIH lo dejó profesionalmente discapacitado, pero con tiempo de sobra para practicar lo que más ama, tocar el piano.
Tenemos suerte, y no sólo podemos disfrutar muestras variadas de su talento en su propia página web, sino también del momento de gloria de Griffith en la competición de hace tres años. Cómo quedó clasificado es el más insignificante de los detalles.
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