domingo, 29 de agosto de 2010

¿Quién es Sylvester Wager?


Su reciente página de MySpace ofrece un perfil escueto: intérprete de piano y órgano y compositor de música clásica y de jazz además de videocreador, es alto (187cm), reside en Nueva York, es gay y le fascina la red. Llamativamente, no menciona de modo explícito el VIH, pero él mismo recurre al término regularmente al etiquetar sus vídeos.

Sus montajes audiovisuales disponibles en línea se cuentan por decenas (calcula unos 100 según declara en una entrevista digital), y dispone de canal propio tanto en youtube como en vimeo. Con frecuencia son interpretaciones delicadas de movimientos lentos de obras clásicas, lecturas contenidamente románticas, que invitan a la introspección; o bien creaciones propias del mismo estilo, que reivindica como música contemporánea contra las modas vanguardistas: algunas de esas piezas están dedicadas a amigos fallecidos, como la serena "Absence".

Aparte de breves apuntes y recomendaciones sobre ser músico en Nueva York, y alguna autograbación que delata su inglés de acento germánico, poco más se puede obtener del ciberespacio para hacerse un idea sobre quién es Sylvester Wager. Seguramente, prefiere que las notas hablen por él.

sábado, 14 de agosto de 2010

Ángeles perdurables


Cuando se publicó y posteriormente se puso en escena, a principios de los 90 del siglo XX, la mastodóntica obra de teatro "Ángeles en América" fue celebrada como una de las respuestas culturales más políticamente contundentes contra la era Reagan y su reacción ante la pandemia del VIH/SIDA. Concebida en dos partes, sus siete horas de duración despliegan varios niveles argumentales poblados de personajes arquetípicos llevados por emociones extremas y fácilmente reconocibles a la vez. El drama personal de vivir con una enfermedad mortal por entonces intratable se contrapone a las intrigas políticas de los grupos neoconservadores, sin que falten visiones alucinatorias y apariciones de ángeles.

Tal vez por su excesiva dependencia de factores históricos en parte superados, por el dibujo demasiado estereotipado de los protagonistas o porque la percepción trágica de la enfermedad se perciba hoy día atenuada, al menos en los países occidentales (unido a lo costoso de un montaje para un texto en verdad largo, todo hay que decir), lo cierto es que la creación de Tony Kushner prácticamente ya no se representa, y corre el riesgo de convertirse en pieza de arqueología político-cultural.

Curiosamente, no es el caso de la adaptación en forma de ópera que en 2004 llevó a cabo el director y compositor hungaro Péter Eötvös, por encargo del Théâtre du Châtelet de Paris. Eötvös, con la aquiescencia del propio Kushner, destiló el argumento hasta dejarlo en apenas dos horas y media, consiguiendo pese a ello que lo esencial de la trama permaneciera: desde luego, una proeza.

En youtube se puede acceder a un par de cortes (aquí y aquí) que proceden del estreno de París, con una calidad de imagen y audio muy aceptable.

La ópera ha recibido buenas críticas no sólo por la sugestiva aunque difícil música, sino también por la fuerza dramática del hilo narrativo y por la buena construcción de los papeles principales. Prueba de su valía es que desde la première de hace 7 años se siguen sucidiendo las representaciones en los países de habla inglesa, la última en marzo de este mismo 2010, en el Barbican de Londres. Esperamos poder disfrutarla también algún día cerca.